(Fragmento de El recuerdo. La historia de dos cuerpos bajo un alud)
Abro los ojos y me veo a mí misma en el suelo
miro mi piel rasgada contra el asfalto y después la miro a ella
o quizás es al revés
-estoy bien- es lo primero que mi lengua es capaz de pronunciar y repetir
ella lo ha visto todo y me mira desde la distancia hasta que logra decirme
–estoy asustada.
A mi alrededor hay gente que habla un idioma que no quiero entender,
pero me obligan a hacerlo.
Me preguntan si lo recuerdo todo. Les digo que sí y pienso que ojalá no.
A mí, que siempre me ha dado miedo el olvido, ahora me persigue el recuerdo. Y no puedo huir.
Me levanto y me aparto de la carretera.
Cerca de un árbol entiendo que no soy capaz de entender.
Me he golpeado en la cabeza, me duele el párpado izquierdo, me quema la rozadura en el codo, y siento como si mis dientes se fueran a caer.
Estoy bien, de verdad, estoy bien digo mientras la visión tambalea y todo oscurece y no veo y me pregunto ¿veré otra vez o a partir de ahora será siempre así?
Pero todo vuelve.
Mi visión, su dolor, mi recuerdo y la sangre fuera de mi cuerpo.